
El análisis de AdBlue es necesario para determinar su calidad y contribuir a la reducción de emisiones a la atmósfera
El sector del transporte es uno de los principales responsables de la emisión de gases de efecto invernadero (GEI) en todo el mundo. A nivel europeo, acumula alrededor del 23% de las emisiones de GEI totales, siendo el sector que más ha incrementado su impacto sobre el clima en los últimos 50 años.
Es por ello por lo que esta problemática es uno de los principales temas tratados en las últimas Conferencias de las Partes sobre el cambio climático destacando la COP25 que se está celebrando en estas semanas en Madrid, y en la que se está trabajando en el establecimiento de un objetivo de reducción de emisiones del sector transporte en España de un 32% de cara a 2030.
Para hacer frente a este reto es preciso adoptar enfoques innovadores en las políticas de transporte y establecer alternativas de movilidad que consideren, entre otras medidas, la potenciación del transporte colectivo, el rediseño de las infraestructuras y, sobre todo, el uso de energía con un menor potencial de calentamiento.
Lamentablemente aún queda un largo camino por recorrer. A la espera de opciones renovables que sean viables, el uso de diésel sigue siendo la alternativa más extendida frente al uso de la gasolina, cuyas emisiones de GEI son aún mayores.
No obstante, el combustible diésel no está exento de controversias, ya que su combustión genera elevadas emisiones de otros gases contaminantes, destacando entre ellos los óxidos de nitrógeno (NOx) o las partículas sólidas en suspensión. El marco jurídico europeo regula los límites de emisión de estos contaminantes desde 1993, año en el que entró en vigor la norma Euro 1. Con el paso de los años, la regulación sobre emisiones se ido endureciendo de forma progresiva con el objetivo de reducir la contaminación a las cotas más bajas, intención que ha alcanzado su máxima expresión con la introducción del nuevo reglamento Euro6, de aplicación a todos los vehículos registrados a partir del 1 de septiembre de 2015.
Para cumplir la normativa, los fabricantes han optimizado los sistemas de depuración de gases de escape, mediante la instalación de filtros antipartículas, convertidores catalíticos de NOx y catalizadores con inyección de un aditivo de urea, comercialmente conocido como AdBlue.
Este aditivo, compuesto por una disolución de 32,5% de urea, es usado en los motores diésel para conseguir la reducción catalítica de los óxidos de nitrógeno generados en la combustión. Para su introducción en el mercado y, dado que los motores son muy sensibles a posibles impurezas químicas en la disolución de urea, se debe evidenciar que el producto cumple las especificaciones marcadas en la norma ISO-22241 en parámetros como metales, fosfatos, fracción insoluble, aldehídos, índice de refracción, densidad, alcalinidad y concentración de urea.
Con los equipos y medios disponibles en AGQ Labs (espectroscopia ICP-OES e ICP-MS, potenciometría, refractometría y espectrofotometría), conseguimos determinar con el nivel de precisión demandado por la norma ISO los niveles de impurezas químicas capaces de garantizar la calidad y seguridad del AdBlue en su uso.
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